miércoles, 23 de junio de 2010

MACHISMO, MISOGINIA Y POLITICA EN MEXICO

Por: Ivonne Acuña Murillo

En todos los ámbitos de la vida social las mujeres han tenido que hacer valer su derecho a participar, la política no es la excepción. Por siglos se argumentó que “por naturaleza” las mujeres no eran aptas para actuar en política. En el pensamiento aristotélico, por ejemplo, las mujeres quedan reducidas a "idiotas", que en griego significaba "aquellas personas que no participan en la polis" o personas privadas que no son totalmente racionales y sólo poseen una virtud limitada, apropiada únicamente para el control de sí mismas.

A partir de la década de los setenta del siglo XX, algunas teóricas feministas cuestionan y desarticulan dichos argumentos, llegando a la conclusión, de que no está en la naturaleza femenina esa supuesta incapacidad para participar en política, sino en la forma en que la política está estructurada lo que no permite la participación de las mujeres. Esto es, que sus valores, normas, reglas, horarios, etc., fueron organizados por hombres para hombres con las características, posibilidades y el tiempo suficiente para actuar en la vida pública.

Pero, aún antes de que dichas teóricas deconstruyeran los argumentos que justificaban la exclusión política femenina. Miles de mujeres en diversos países del mundo, desde el siglo XIX, iniciaron la lucha que concluyó finalmente con el reconocimiento de sus derechos políticos. Vale la pena mencionar al Movimiento Sufragista, nacido en Estados Unidos a raíz de la Convención de Seneca Falls, realizada los días 19 y 20 de julio de 1848. Entre los países que se unieron a este movimiento se encuentra Inglaterra donde mujeres como Emmeline Pankhurst y sus hijas Christabel y Silvia, se distinguieron por ser de las sufragistas más activas y valientes de Inglaterra.

Emily Davidson en el Derby



México, por supuesto, no fue la excepción. Rita Cetina Gutiérrez, poetisa y maestra inició, en 1870, un incipiente movimiento feminista en Mérida, Yucatán. Apoyada por algunas profesoras fundó una de las primeras sociedades feministas del país, La Siempreviva. El trabajo de mujeres como Rita Cetina y el apoyo que los gobernadores Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto dieron a las mujeres posibilitó que Rosa Torres, quien tomó parte en el Primer Congreso Feminista de Yucatán realizado en 1916, fuera la primera mujer en la historia de México en ocupar un cargo de elección popular, como presidenta del Concejo Municipal de Mérida.

Voto femenino en México



Unos años antes en mayo de 1911 centenares de mujeres firmaron una carta dirigida al presidente interino Francisco León De la Barra, reclamando su derecho al voto argumentando que en la Constitución de 1857 no se hacía mención alguna sobre el sexo de los votantes. Sin embargo, fue hasta 1946, que Miguel Alemán Valdés, entonces presidente de la República, “otorgara” a las mujeres el derecho a voto a nivel municipal. Más adelante, en 1953, también como una “concesión” Adolfo Ruiz Cortines, presidente en turno, reconoce a las mujeres el derecho a votar a nivel federal. Cabe comentar, que otros países latinoamericanos ya habían reconocido los derechos políticos de las mujeres, tiempo antes: Ecuador (1929), Uruguay (1932), Brasil (1932), Cuba (1934), El Salvador (1939), Rep. Dominicana (1942), Guatemala (1945), Panamá (1945), Argentina (1947), Venezuela (1947), Costa Rica (1949), Chile (1949), Haití (1950), Bolivia (1952) y México (1953).

Un dato relevante, para ejemplificar el amplio camino que las mujeres en diversas partes del mundo han tenido que recorrer para poder ejercer esos derechos, es el hecho de que en Suiza fue hasta 1990 cuando, en votación pública a mano alzada, los hombres decidieron permitir a las mujeres votar y ser elegidas para puestos de elección popular.

Ahora, el hecho de que las mujeres en México ya puedan elegir y ser elegidas, y que en las últimas décadas haya habido avances importantes pues muchas han podido acceder a las más altas esferas del poder y participar en la toma de decisiones como secretarias de Estado, gobernadoras, legisladoras, dirigentes de partido, etc., todavía se dan casos de discriminación, de intolerancia y falta de respeto por el trabajo político femenino. Esto es, que los argumentos que justificaron la exclusión política de las mujeres en la Grecia clásica y la Ilustración no están sólo en la mente de pensadores tan brillantes como Aristóteles, Hobbes, Locke y  Rousseau sino que son, aún hoy, materia común en el mundo de la política.

Es pertinente recordar aquella frase del “viejerío a su casa”, expresada por el varias veces Senador Diego Fernández de Cevallos con la que a fines de la década de los noventa se refirió al lugar que las mujeres deberían ocupar. En años más recientes, cuando era Senadora por el PAN Luisa María Calderón Hinojosa, hermanda de FCH, tuvo una experiencia que permite ilustrar las situaciones que muchas mujeres tienen que enfrentar cuando se “atreven” a penetrar los espacios considerados aún hoy como masculinos, en sus propias palabras “(...) accedí a la diputación con otros dos compañeros hombres, y ahí empezó la discusión o la incomodidad de participar en la política como mujer (...) yo era como una “mascotita”, (...) y cuando me invitaban a una reunión el comentario era que nos acompañe una mujer, que la diputada venga con nosotros, no quedemos mal con ella, no peleemos con ella, porque finalmente es mujer”. Y continua “cuando no era yo la coordinadora (de la fracción) no había problema (...) se escuchaba mi opinión (...) pero cuando fui la coordinadora (...) automáticamente, mis subordinados comenzaron a desobedecer”. Pero no sólo los hombres discriminan a las mujeres, ellas también lo hacen. La misma senadora relata que cuando había una reunión en el recinto legislativo, las edecanes (mujeres por supuesto) sólo ofrecían café, agua y galletas a los legisladores varones, mientras que las legisladoras tenían que pedirlo, parece afirma “por este hecho simple y cotidiano, que las mujeres fuéramos opacas”.

Actitudes como éstas son sólo un reflejo de la cultura política mexicana, en la cual las mujeres siguen siendo vistas como incapaces para participar “adecuadamente” en política, como un adorno, un agregado, un ser frágil al que hay que proteger o en su caso “tolerar”. Unos cuantos datos pueden dar idea de su escasa o nula participación en algunos ámbitos, en 1996 había 85 mujeres presidiendo ayuntamientos de los 2.412 contabilizados, esto es 3.4%; en la Comunidad de Santiago Yaveo, Oaxaca, rechazaron en noviembre de 2001, la participación de las mujeres en elecciones municipales; en noviembre del año 2004 sólo fueron postuladas 8 candidatas para 126 ayuntamientos de Sinaloa. Esto contrasta con el hecho de que el 12 de febrero de 2005 en Hidalgo las mujeres votaron mayoritariamente en las elecciones para gobernador.

Por más de un siglo la participación de las mujeres en política en México ha sido cuestionada por aquellos tradicionalistas que piensan que las mujeres deben sólo dedicarse a las labores del hogar pues se asume que no son aptas para los asuntos políticos. En los últimos sexenios no han faltado expresiones como "Lavadoras de cuatro patas" una de las muchas frases célebres del ex presidente Vicente Fox Quesada.

Lo expuesto hasta aquí es de tal actualidad que en los últimos días hemos visto una vergonzosa muestra de machismo y misoginia en los medios de comunicación en torno a las mujeres. Entre los ejemplos más relevantes se encuentra el de la candidata de la coalición PAN-PRD-Convergencia por el estado de Hidalgo Xóchitl Gálvez. Reproduzco abajo la entrevista que Carmen Aristégui le hizo hoy (23 de junio de 2010) en la Primera Emisión de MVS-Radio y  la liga del artículo de Miguel Angel Granados Chapa donde cita las palabras de Alfredo San Román -ex alcalde de Huejutla, cargo al que llegó postulado por el PAN, y que desde diciembre pasado se encuentra prófugo de la justicia pues se le inculpa por peculado cometido durante su administración- quien trata de convencer a quienes fueron sus partidarios para inclinarse por el PRI descartando a Xóchitl Galvez partiendo de una reflexión misógina, misma que se reproduce abajo.

http://noticiasmvs.com/1Xochitl-Galvez-en-la-Primera-Emision.html

“En esta ocasión quiero decirles que la mejor opción ahorita para la gubernatura pues es el licenciado Francisco Olvera. Muchos de ustedes no me van a dejar mentir, muchos de ustedes están casados y yo creo que no les gustaría que nos mandaran las mujeres, con todo respeto. ¿Qué es lo que quiero dar a entender? Que no estamos preparados todavía en el estado para que nos gobierne una mujer”. Alfredo San Román

Plaza Pública de Miguel Angel Granados
http://elorbe.com/hoy-escriben/06/23/plaza-publica-208.html

Baste lo aquí anotado para reiterar lo difícil que es cambiar una mentalidad sostenida durante siglos y siglos, en la cual las mujeres han sido vistas como no “aptas para la política”, aunque muchas de ellas han dado muestras de lo contrario. Esto no significa desestimar lo ganado sino recordar que aún falta mucho por hacer para lograr una plena participación política femenina.

1 comentario:

  1. Me parecen importante señalar que fueron los pensadores griegos los primeros que dregradaron el valor de la mujer... diciendo que eran un hombre incompleto. ES igual de importante concientizar que el verdadero conocimiento que nos dieron de verdadera trascendencia no fue el conocimiento acerca de la mujer.

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