domingo, 6 de junio de 2010

LA RELACIÓN UNIVERSAL “AMOR-ODIO” ENTRE LAS MUJERES Y LOS HOMBRES; LOS HOMBRES Y LAS MUJERES.

Por: Ivonne Acuña Murillo

En las sociedades con una cultura predominantemente masculina, incluso misógina, la relación amor-odio que se da entre los hombres y las mujeres es inevitable. Se manifiesta de diferentes formas a partir de estereotipos históricos construidos de manera diferenciada en diversas épocas y lugares. En una primera instancia se reconoce que hay dos estereotipos que sirven de base a todos los demás: masculino, relacionado con los hombres y femenino, relacionado con las mujeres. A cada uno de éstos corresponden un conjunto de valores, normas, reglas, tareas, formas de sentir, pensar y actuar, incluso de hablar, esto último lleva a sostener la existencia de los “sexolectos”, por lo que se afirma que las mujeres tienen una forma de hablar específica diferente de la de los hombres y viceversa. Pero el asunto no para ahí, sobre estos estereotipos se construyen otros más específicos dando origen a múltiples categorías; por ejemplo en el caso de las mujeres es posible reconocer a: la “mujer”, la “madre” (casada o soltera), la “esposa”, la “solterona o quedada”, la mujer “buena”; la mujer “mala”, la “prostituta”, la “amada”. Con los hombres ocurre lo mismo: el “hombre”, el “padre”, el “esposo”, el “Don Juan”, el “valiente”, el “cobarde”, “el exitoso”, el “fracasado”, el “protector”, etc. Esto lleva a ensalzar unas categorías en detrimento de otras.

En todas las manifestaciones culturales humanas es posible encontrar y analizar los rastros, a veces obvios a veces no, del uso arraigado de los grandes estereotipos y de las categorías derivadas. En este pequeño escrito pretendo mostrar a partir de ejemplos concretos pertenecientes al costumbrismo argentino, más concretamente de la pampa argentina y de la poesía cubana, la evidencia de tales afirmaciones. En todos los casos se echa mano de las declamaciones del artista argentino José Carbonell, mejor conocido como “El Che Pepe”.

En “Mama, me echaron del puesto”, de Claudio Martínez Paiva, poeta argentino, se exalta el amor por “la madre” en detrimento del amor romántico por una mujer. Aquí el amor por la madre es visto desde una perspectiva universal suponiendo en torno a ella un conjunto de valores que deberían ser observados por todos, la defensa que hace un individuo de una madre que no es la suya, pero pensando en la propia, lo confirma.


Sin embargo, en “Para mi todas son madres” de Antonio Comas, mejor conocido como El Indio Duarte, poeta argentino, quien basado en la experiencia verdadera de Rudencio Luna, nativo de Córdova, Argentina, exalta también el amor por la madre pero desde una perspectiva que rompe con el pensamiento hegemónico en torno a la maternidad. Es interesante observar como dentro de una cultura tradicional hay quien rompe con las costumbres y los valores aceptados uno de los cuales considera “pecado” la maternidad fuera del matrimonio. Es de notar también que cuando la mujer es transgresora al embarazarse sin estar casada debe pagar las consecuencias de sus actos al ser expulsada de su familia y del pueblo, para lo cual su “padre” es asignado por el consejo de notables del pueblo para ejecutar tal sentencia. Y es justo él quien también transgrede las normas para defender a su hija y a todas las “madres solteras” del mundo, incluyendo la suya.


En “Machos” es interesante ver como se puede también contravenir lo socialmente aceptado o por lo menos tolerado en una sociedad masculina y revalorar, a partir de los mismos parámetros masculinos, la actuación de una mujer “madre”. Reproduzco abajo la declamación titulada “Machos”, basada en el poema “Guapos” del Indio Duarte, pero en donde se sustituye la palabra “guapos” por la de “machos”. En todo caso, prefiero la versión que presento enseguida por ser más cercana a nuestro uso cotidiano del lenguaje.


Finalmente, en “El Duelo del Mayoral”, de Felipe Muratori, poeta cubano, otra situación muy difundida, inmortalizada en una serie de obras escritas, películas, canciones es aquella que une al “hombre valiente”, “activo”, “amante” con la “amada pasiva”, el “objeto de su amor” y que pone en juego el amor de una mujer cuya decisión no cuenta, pues el “elegido” resultará del enfrentamiento entre dos hombres, incluso de la muerte de uno de los dos. En el “Duelo del mayoral” resalta la mujer como el “objeto de la pasión” de un hombre, como la posesión más preciada, como “algo suyo” y de nadie más.

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